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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

111

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
Un magnífico desastre

Palmera 111

¿No sería extraordinario que todos los padres reaccionaran de la misma manera que la madre de aquel científico?

El Palmeral

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Un magnífico desastre

Hace poco, me contaron una anécdota sobre un científico que tiene en su haber muchos avances de gran importancia en el terreno de la medicina.

En una ocasión en que lo estaba entrevistando un periodista, éste le preguntó a qué atribuía el hecho de tener más inventiva que el ciudadano promedio.

¿Qué lo hacía tan distinto de los demás?

El científico respondió que, a su modo de ver, todo se lo debía a una experiencia que vivió con su madre cuando apenas contaba cinco años, y que le dejó una profunda enseñanza.

Él había intentado sacar una botella de leche del refrigerador.

La botella se le escurrió de las manos y cayó, derramándose todo el contenido en el piso de la cocina, que quedó anegado en leche.

Cuando su madre entró a la cocina, en vez de gritarle y echarle una bronca o castigarlo, le dijo: 

– «¡Qué desorden tan estupendo, es magnífico!” “No recuerdo haber visto nunca un charco de leche tan grande.” “Bueno, el daño ya está hecho.”. “¿Qué te parece si juegas un rato en la leche antes de que limpiemos el piso?”

Cómo no, el niño aceptó ponerse a jugar. Al cabo de unos minutos, su madre le dijo:

– «Sabes que cuando ensucias algo te toca a ti limpiarlo y dejarlo todo en orden.” “¿Cómo prefieres hacerlo? Puedes hacerlo con una esponja, una toalla o un trapo de cocina.”

Escogió la esponja y, con ayuda de la madre, recogieron la leche derramada.

Seguidamente, ella le explicó:

– «Mira, lo que ocurrió aquí es un experimento fallido.”

– “Lo que pasa es que intentaste, sin conseguirlo, llevar una botella grande de leche con unas manos muy chiquititas. Vamos al patio de atrás, llenemos la botella de agua y veamos si se te ocurre una manera de llevarla sin derramarla.”

El pequeñín aprendió que si la agarraba con firmeza por el cuello con las dos manos, podía llevarla sin que se le cayera.

¡Qué enseñanza tan estupenda!

Aquel célebre científico recalcó que en ese momento comprendió que no debía tener miedo de cometer errores. Al contrario, aprendió que las equivocaciones no eran sino oportunidades de aprender algo nuevo, que es al fin y al cabo lo que hace el científico con sus experimentos. Incluso cuando un experimento no sale se aprende algo valioso.

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EL PALMERAL

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