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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

63

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
La sopa

Palmera 63

Hay personas que se deprimen y no hablan, se rinden a la tristeza y todos comprendemos lo que les pasa. Sin embargo, a los que se enfadan con su tristeza y atacan porque tienen miedo de ser atacados, nadie les entiende. Atacan y se les ataca y eso va haciendo cada vez más grande su tristeza y también su enfado. La gente les aísla y ellos se sienten cada vez más solos, más tristes y más enfadados.

Hemos de comprender la postura del otro, hemos de empatizar con él y no dejarnos contagiar de su enfado. Y ahora, que sabemos por qué lo hace, tenemos que tratar de cambiar su estado de ánimo para que él tampoco esté enfadado.

El Palmeral

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La tristeza y la furia

En un reino encantado donde los hombres nunca podrán llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta.

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…
Había una vez… un estanque maravilloso.

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas entraron al estanque.

La furia, apurada (como siempre está la furia), acelerada – sin saber por qué – se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua…

Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…

Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o, mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia. 

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza…

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EL PALMERAL

Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

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