Si quieres entrar en nuestra banda, lo tienes que hacer.
Álex miraba la punta de sus zaparos. Murmuró:
– Nunca he robado.
– Siempre hay una primera vez. Es una prueba de valor, es una prueba de valor.
– No tengas canguelo -lo animó Berna-. Nosotros distraemos al viejo y tú haces desaparecer el chocolate en tu bolsillo. ¡Ánimo!
Álex se encogió de hombros. Balbuceó:
-No es una prueba de valor robar chocolate a un viejo.
– ¿Quieres ser de los nuestros, sí o no?
– ¿Eres un cobarde?
– Yo no soy un cobarde.
Y los tres se dirigieron hacia la pequeña tienda donde se vendía un poco de todo. Sonó la campanilla de la entrada. El viejo los miró por encima de sus gafas y los saludó con un movimiento de cabeza.
Pedro y Berna fingieron examinar los artículos con desinterés. Después llamaron la atención del tendero hacia el rincón de los cuadernos.
– ¿Cuánto cuesta este?
– Cincuenta céntimos.
En el ángulo opuesto Álex, con una ágil maniobra, deslizó algunas tabletas de chocolate en sus bolsillos. Los muchachos pagaron el cuaderno. El anciano regaló a cada uno un chicle. Lo hacía con todos los niños.
Los muchachitos salieron nerviosos. En el parque, Álex entregó el botín.
– ¡Chocolate con almendras! ¡Eres grande!
Lo devoraron. A Álex le supo especialmente amargo.
– Ahora eres de los nuestros. Dame los cinco -le dijo Pedro, y le estrechó fuertemente la mano.
– Yo me voy a casa-murmuró Álex.
Pasó la tarde estudiando y se fue a la cama sin discutir con su hermanita.
Por la mañana, al pasar delante de la tienda del viejecito, el corazón le latió con fuerza. Cuando terminaron las clases de la mañana, se hizo el remolón con los libros y la mochila hasta que se quedó solo y salió. Se dirigió a la tienda. Sonó la campanilla v el tendero le saludó cordialmente.
El chaval puso un billete junto a la caja. Dijo:
-Tres tabletas de chocolate.
-Cógelas tú mismo.
-Las cogí ya ayer, señor -respondió poniéndose colorado–. Tuve que hacerlo. Era una prueba devalor.
El viejo recogió el billete y le dio el cambio. Como siempre, le regaló un chicle Después le miró con cariño y movió la cabeza en un gesto de aprobación.
-La prueba de valor la has superado hoy.