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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

16

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
Los tres príncipes de Serendipia

Palmera 16

No siempre es bueno demostrar la inteligencia de uno. A veces es mejor ser prudente; lo contrario te puede acarrear muchos problemas y desgracias.

El Palmeral

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Los tres príncipes de Serendipia

Erase una vez, tres príncipes de la isla persa de Serendipia. Los tres eran inteligentes y bien educados. Su padre les había encomendado viajar a la India cuando, de repente, se toparon con unas huellas.

El primer príncipe, tras observarlas, dijo: “Son las huellas de un camello tuerto del ojo derecho. Esto lo digo porque he visto que la hierba de la parte derecha del camino que da al arroyo estaba intacta, mientras que la de la parte izquierda que da a la colina estaba más seca y consumida”.

El segundo príncipe, añadió: “A este camello le falta un diente: lo sé porque la hierba que ha arrancado tiene por encima pequeñas cantidades masticadas.”

Por último, el tercer príncipe, observó: “Eso no es todo: el camello está cojo de una de las dos patas de atrás. Seguramente la izquierda, ya que las huellas son más débiles en este lado.”

Entonces, el hermano mayor afirmó: “El camello llevaba una carga de miel y mantequilla. Lo puedo decir porque al borde del camino las hormigas comían en un lado, mientras que en el otro se concentraban abejas, avispas y moscas.”

Celoso, el segundo príncipe bajó de su camello e inspeccionó más de cerca la huella y afirmó que en él iba montada una mujer, al percatarse de pequeñas huellas sobre el barro en la ribera del río.

El tercer hermano, herido en su orgullo también aseguró que la mujer estaba embarazada, ya que al orinar se apoyó con las dos manos debido al peso de su cuerpo.

Los tres jóvenes prosiguieron su camino hasta la siguiente ciudad, donde se toparon con un mercader que estaba muy nervioso porque uno de sus camellos con su joven esposa había desaparecido con una carga de miel y mantequilla. Los tres príncipes, al escucharlo, se pararon y le preguntaron:

– ¿Era tuerto tu camello del ojo derecho?– preguntó el hermano mayor.

–Sí –le contestó el mercader intrigado.

– ¿Le faltaba algún diente?– preguntó el segundo hermano.

–Seguramente, porque era viejo y se había peleado con un camello joven– respondió el mercader.

– ¿Estaba cojo de la pata izquierda trasera?– espetó el tercer hermano.

–Sí ya que se había clavado la punta de una estaca. Además llevaba una carga de mantequilla y miel y una mujer muy descuidada, ¡mi esposa embarazada que se retrasaba todo el rato y yo la dejé atrás sin darme cuenta! ¿Los habéis visto?– preguntó angustiado el mercader.

Los príncipes rieron a carcajadas ante el asombro del mercader.

–No los hemos visto jamás.

En ese momento los vecinos explicaron al mercader que habían visto tres salteadores tras su camello y su mujer, así que les denunció. Habían detallado tan bien al camello que nadie les creyó cuando afirmaron no haberlo visto, así que fueron detenidos y condenados a muerte… aunque finalmente apareció la mujer del mercader y fueron liberados».

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EL PALMERAL

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