Los indios creen que en el paraíso hay árboles que conceden todos los deseos. Basta con sentarse debajo de ellos, desear algo, y el deseo se realiza.
Piensas, y tu pensamiento se convierte en cosas. No hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento.
Los árboles delos deseosno son otra cosa que símbolos de la mente. La mente es creativa, los pensamientos son creativos.
Un sofocante día de verano, un viajero caminaba muy cansado a causa del calor. A un lado del camino vio un gran árbol y fue a sentarse junto al tronco para descansar y disfrutar de la sombra. En la fresca sombra del árbol se puso muy contento. Entonces se dijo a sí mismo:
—¡Qué afortunado sería si también pudiera tener un vaso de agua fresca!
Al instante, apareció un jarro con agua. Después de tomar el agua, el hombre estaba cansado y se quedó dormido. Cuando despertó, como estaba muy hambriento, dijo:
«Ojalá que pudiera conseguir comida en algún sitio». Y de repente el alimento surgió de la nada y flotaba en el aire; era una comida deliciosa. Empezó a comer inmediatamente y cuando se sintió satisfecho, surgió en él otro pensamiento:
«Si pudiera conseguir algo de bebida…» Y se materializó inmediatamente un vino delicioso.
Ahora ya sacié mi sed, pero cuán feliz sería si aquí hubiera una buena cama, pues este suelo es muy duro y áspero. De inmediato apareció una suave cama. Entonces pensó:
—Ni en mi casa tengo una almohada ni una cama así. Si mi esposa estuviera aquí y viera esto, ¡qué feliz sería! Al momento, también apareció su esposa. Entonces el hombreempezó a preguntarse:
«¿Qué está pasando? ¿Estoy soñando o estoy rodeado de fantasmas que me gastan bromas?»
¡Y aparecieron los fantasmas! Eran feroces, horribles… Se puso a temblar y se le pasó un pensamiento por la cabeza:
«Ahora seguro que me van a matar. Estos fantasmas van a acabar conmigo».
Y le mataron.