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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

94

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
Rodolfo y el cumpleaños de Susi

Palmera 94

Hay que saber aceptar lo que viene de otro, aunque no colme todas nuestras expectativas.

El Palmeral

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Rodolfo y el cumpleaños de Susi

-No pareces estar muy alegre esta tarde, le dijo Rodolfo a Susi.
-Mañana es mi cumpleaños-, suspiró ella.
-Eso no es tan grave, río Rodolfo. Piensa en todos los regalos que te harán.
Una gruesa lágrima cayó sobre la butaca que ocupaba Susi. -No me harán ninguno, sollozó Susi. -El año pasado no tuve ninguno, ni el antepasado, ni tampoco el anterior.
-Yo te haré uno, dijo Rodolfo sintiéndose espléndido. El que tú quieras.
Como por arte de magia, Susi se puso contentísima. -entonces podré tenerla, ¿verdad?, dijo señalando hacia la ventana.
– ¿El qué? ¿Una ventana? dijo Rodolfo tragando saliva.
– ¡No tonto. ¡Eso! y Susi apuntó con su dedo hacia la luna.
Rodolfo carraspeó. -Bueno, no estoy seguro de poder conseguirlo, murmuró.
-Oh, estoy segura de que tú puedes conseguir cualquier cosa, susurró Susi. Y se fue. Seguramente a soñar con su regalo.
Rodolfo salió afuera para examinar la luna. Le pareció que estaba bastante arriba. Caminó en círculo mirando hacia lo alto y luego dio un saltito, pero no pudo alcanzar la luna. Se rascó la nariz y se hizo con un palo alargado.
-Quizá la alcance con esto, se dijo. Pero no pudo. Las ideas solían tardar en llegar a la cabeza de Rodolfo, pero cuando lo hacían solían tratarse de buenas ideas.
-Necesito colocarme más arriba, fue su buena idea. Rodolfo trepó hasta la cima de una colina próxima y lo intentó de nuevo. Incluso usando el palo, la luna seguía estando demasiado lejos. Rodolfo agitó su palo a un lado y a otro, pero la luna parecía seguir riéndose de él. Rodolfo se sentó y estudio la situación detenidamente. Después de un rato se levantó con una solución en su cabeza.
Echó una mirada a la luna, que precisamente pareció volver a sonreírle, y a continuación se metió en casa rápidamente y se fue derecho a su cuarto de jugar. Se zambulló en el interior de un gran cajón del que comenzaros a salir despedidos montones de juguetes. Por fin, al fondo, halló lo que estaba buscando: un globo desinflado, grande y blanco.
-Ella no notará la diferencia, pensó Rodolfo mientras inflaba el globo. Tiene el mismo aspecto que la luna. El globo blanco se hinchó y se hinchó hasta que Rodolfo pensó que tenía el mismo tamaño que parecía tener la luna. Entonces hizo un nudo en la boquilla.
Susi estaba ocupándose del jardín cuando llegó Rodolfo con su regalo. -Feliz cumpleaños, Susi, dijo. Aquí está tu regalo. Justo lo que tú querías.
Susi examinó el globo. ¿Es la luna? dijo con voz entrecortada.
Rodolfo asintió con la cabeza. No consiguió llegar a decir -sí.
-Es preciosa, le hizo saber Susi con un chillidito aprobatorio.
Rodolfo sonrió. Susi no se desprendía de la luna. Se la llevaba a todas partes. Parecía muy feliz. -Huele un poquito a goma, dijo.
-Las lunas huelen así, respondió Rodolfo. -Creí que todo el mundo lo sabía.
-Lo olvidé, dijo Susi. Más tarde dijo: -Si la restriegas, chirría.
-Las lunas suelen producir ruidos desagradables, contestó Rodolfo. Tiene algo que ver con el cosmos.
Aquella noche Susi y Rodolfo estaban paseando por el jardín y se detuvieron a admirar el cielo. Susi miró fijamente y luego señaló hacia lo alto. Rodolfo, dijo, -Si esto es la luna, ¿qué es eso? Apuntando hacia la verdadera luna.
-Eso es el hueco que ha quedado en el cielo, en el sitio donde estaba la Luna, dijo Rodolfo.
– ¡Oh!, dijo Susi, asintiendo con la cabeza.
Al día siguiente un amigo visitó a Susi. – ¿Por qué estás todo el tiempo con ese globo viejo y medio desinflado?,
¡Chssst! No hables tan alto, siseó Susi. -Te puede oír Rodolfo. -Me lo dio él por mi cumpleaños. Se cree que es la luna. Se llevaría un chasco tremendo si supiera que sólo es un globo. De todos modos, me gusta una barbaridad.

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