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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

93

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
El tren de la vida

Palmera 93

La vida se nos da a todos. Dios nos la da y nos la da gratis. Nosotros hemos de aceptarla gustosamente y hacer en ella lo que Dios quiere que hagamos, y vivirla como Dios quiere que la vivamos, haciendo, como María, siempre la voluntad de Dios.

El Palmeral

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El tren de la vida

Un tren avanza, espléndido y veloz, hacia su destino. Corta los campos como una flecha. Penetra las montañas. Traspasa los ríos. Cruza las ciudades, se desliza como una serpiente mecánica, sin obstáculos. Su forma, su color, su velocidad: todo a la perfección.

Dentro del convoy tiene lugar el desarrollo de un drama: el drama de la humanidad. Gente de toda raza. Gente que conversa y gente que calla. Gente que trabaja y gente que dormita. Gente que contempla el paisaje. Gente que negocia, preocupada. Gente que nace y gente que muere. Gente que ama y gente que odia secretamente. Gente que hasta discute la dirección del tren: ¡el convoy tomó una dirección equivocada! Gente que cree haberse confundido de tren. Gente que protesta. Incluso, contra el tren mismo: «¡No debiera haberse construido ningún tren, puesto que…!» 

Gente que proyecta trenes más rápidos. Gente que acepta el tren agradecida, disfrutando y celebrando sus ventajas. Gente que no se hace problema: sabe que llegará con seguridad a su destino. ¿Por qué preocuparse?

Gente que corre nerviosa, hacia los vagones de cabeza: ¡quisiera llegar más aprisa! Gente contradictoria, que va en dirección opuesta a la del convoy, caminando absurdamente hacia el vagón de cola: ¡quisiera huir del tren!

Y el tren sigue corriendo, impasible, hacia su prefijado destino. Transporta pacientemente a todos, sin distinguir entre el amargado y el comprometido. Ni deja tampoco de transportar gentilmente a sus contradictores. A nadie se niega. Y a todos ofrece la oportunidad de realizar un viaje espléndido y feliz, así como la garantía de llegar a la ciudad del sol y del descanso.

El viaje es gratis para todos. Nadie puede salir ni evadirse. Se vive dentro del tren. Y ahí es donde se ejercita la libertad: se puede ir hacia adelante o hacia atrás: cabe modificar los vagones o dejarlos intactos: se puede disfrutar del paisaje o aburrirse con los vecinos: es posible aceptar gustosamente el tren o rechazarlo con acritud. Mas no por eso deja el convoy de correr hacia su infatigable destino ni de cargar cortés y gentilmente con todos.

El tren sigue corriendo. Es un tren asombroso. Nadie le hizo el camino ni le puso railes. Nadie sabe dónde está la estación término, pero todos saben que existe. Quien tiene la suerte de viajar en este tren no sabe lo que tiene. Es maravilloso que exista un tren que puede llevar a tantos y de manera tan rápida hacia una estación donde cada cual es esperado ansiosamente, donde habrá unos brazos abiertos para darnos el saludo de bienvenida.Este tren que corre tanto, que pasa por tantos sitios, sitios que algunos dicen que reconocen, pero que siempre hay algo nuevo en ellos. Este tren es una suerte.

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EL PALMERAL

Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

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