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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

35

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
La alegoría del carruaje

Palmera 35

Hemos nacido, visto la luz de la vida, llegado a este mundo y nos hemos encontrado con un regalo: nuestro cuerpo. Un carruaje diseñado especialmente para cada uno de nosotros.

El cuerpo no serviría de nada si no tuviese caballos; ellos representan los deseos, las necesidades, las sensaciones y los afectos. Estos deseos nos pueden llevar por caminos arriesgados y a veces peligrosos, y es cuando tenemos necesidad de frenarlos.

Aquí es cuando aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar y actuar racionalmente. Ese cochero manejará con eficiencia nuestro destino a seguir.

En algún momento de nuestra vida seremos el carruaje o los caballos o el cochero, cuando no tenemos aún claro que nos depara esta, en la búsqueda permanente de nuestro destino, que es la propia vida.

El Palmeral

Haz clic en la Palmera que quieras leer. Iremos añadiendo las que todavía no están disponibles.

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La alegoría del carruaje

En una ocasión, un hombre que se encontraba angustiado por los problemas cotidianos escuchó una voz que le decía:

¡Sal a la calle que hay un regalo para ti! Sin pensárselo obedeció a la misteriosa voz, y, entusiasmado se encontró con el regalo.

Era un precioso carruaje estacionado justo frente a la puerta de su casa. Era de madera de nogal decorada con herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca, todo muy fino, muy elegante.

Abrió la portezuela de la cabina y subió. Se sentó y se dio cuenta que todo estaba diseñado exclusivamente para él, muy cómodo, y sin lugar para nadie más.

Entonces miro por la ventana, vio el paisaje y se quedo un rato disfrutando de esa sensación. Sin embargo, al rato comenzó a aburrirse; lo que veía por la ventana era siempre lo mismo. Y se pregunto: «¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?»

Y se convenció de que el regalo que le hicieron no servía para nada. Nuevamente la voz le dijo: — ¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?

Y la voz nuevamente le dice: —Te faltan los caballos —

Por eso veo siempre lo mismo —pensó—, por eso me parece aburrido… 

Entonces se dirige hasta el corralón de la estación y le ató dos caballos al carruaje. Se subió otra vez y gritó: —¡¡Eaaaaa!!

El paisaje se volvió maravilloso, extraordinario, cambiaba permanentemente y eso le encantaba.

Sin embargo, al poco tiempo empezó a sentir cierta vibración en el carruaje y a ver el comienzo de una grieta en uno de los laterales.

Y piensa:- Son los caballos que me conducen por caminos terribles; se meten en todos los baches, van por caminos intransitables, me llevan por barrios desconocidos. Se dan cuenta que no tienen ningún control; los caballos lo arrastran a donde ellos quieren, lo que es muy peligroso.

Y comenzó a asustarse y a darse cuenta que eso tampoco le servía.

En ese momento, la voz le dijo: — ¡Te falta el cochero!— ¡Ah! – Entendió, con gran dificultad frenó los caballos y decidió contratar a un cochero.

Entonces obtuvo el control de la situación. Y concluyó: Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del regalo que me hicieron. Por lo que se subió, se acomodó, asomó la cabeza y le indicó al cochero el destino a recorrer.

En cuando se percata que el cochero conduce el carruaje, controla la situación, decide la velocidad adecuada y elige la mejor ruta, por fin disfruta del viaje. 

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EL PALMERAL

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