Una familia que siempre estaba discutiendo se fue al parque a pasear. Era invierno, y de repente se les vino encima una tormenta de nieve.
El padre dijo: -Por la derecha es el camino más corto hasta la puerta del parque.
– ¡Qué disparate! -dijo la madre-. Tenemos que ir por la izquierda.
– ¡Estáis locos! -gritó la hija-. ¡La puerta está detrás de nosotros! ¡Tenemos que volver!
Pararon. Ninguno cedía.
Se hizo de noche, descargó la tormenta y cada vez hacía más frío. Los tres seguían riñendo y no se daban cuenta de que se les estaban congelando los pies.
Un guarda fue a cerrar la puerta del parque. Se encontró delante de él tres muñecos de nieve, y oyó que gritaban: – «¡Derecha!». -«¡No, izquierda!»- «¡Volved!».
Los sonidos salían de la nieve y sonaban horripilantes, ahogados.
El guarda se asustó tanto que se volvió, corrió a casa y dejó la puerta del parque abierta. Tuvo que tomar siete copas de aguardiente para tranquilizarse un poco.
Por la mañana, el padre, la madre y la hija estaban tiesos, helados. Ahora veían que la puerta estaba delante de ellos. Ninguno tenía razón. Pero sólo podían decirlo con los ojos.
En ese momento volvió el guarda. Cuando vio mover los ojos a los muñecos de nieve tuvo que volver a tomarse otras siete copas de aguardiente. Después fue a buscar a la policía y a los bomberos.