Había una vez dos hermanos, que se llamaban Richi y Teo. Era la mañana de Año Nuevo y los dos estaban jugando en su jardín. De pronto, apareció ante ellos un hada hermosísima, que parecía hecha de estrellas.
—Soy el hada de Año Nuevo -se presentó ella con una sonrisa— y vengo a traeros un obsequio muy especial.
Los niños se entusiasmaron al escucharla. El hada sacó un libro para cada uno, cuyas páginas se encontraban completamente en blanco. A Richi no le gustó nada y muy enojado arrojó su libro al suelo. Teo en cambio, agradeció el regalo y prometió que lo cuidaría mucho. Cuando el hada se fue, su hermano, lo único que hizo con su libro fue colocarlo debajo de una de las patas de su mesa para equilibrarla.
—¡Esto es para lo único que sirven los libros! En especial si están en blanco como este —se burló Richi.
Un año entero pasó y cuando se dieron cuenta, ya estaban celebrando de nuevo las fiestas de diciembre. Navidad se fue y una vez más llegó el Año Nuevo. El hada volvió a presentarse ante ellos, tan bella como la recordaban.
—¡Feliz Año Nuevo, niños! —los saludó— He venido para ver que han hecho con los libros que les regalé.
Al instante, los chicos se los enseñaron. El de Teo parecía nuevo todavía, estaba muy limpio y cuidado. ¡Pero oh sorpresa! Cuando el hada lo abrió, las páginas estaban llenas de letras de oro, que aparecían en medio de frases con una hermosa caligrafía.
El de Richi, en cambio, estaba medio roto y maltratado, tenía las páginas sucias y estaban todas llenas de borrones y garabatos muy feos.
—¡No es justo! –exclamó él— ¿Por qué el libro de Teo se ha puesto más bonito que el mío?
—Es porque a lo largo del año, ha sabido ser un buen niño —contestó el hada—. En cada una de estas frases de oro, están escritas las buenas acciones que él hizo por los demás. Cuando él compartía sus juguetes, ayudaba a un amigo, obedecía a sus padres o ayudaba en la casa, su buen comportamiento quedaba escrito en el libro. Tú Richi, por el contrario, no has sabido ser tan bueno. En cada ocasión en la que discutiste con tus padres, te negaste a prestar tus juguetes, ignoraste a tus amigos o no hiciste las tareas que te tocaban, una frase sucia y desagradable aparecía en tu libro.
– ¿Y cómo puedo arreglar yo mi libro? – dijo entonces Richi, quien en realidad quería también un libro tan bonito como el de su hermano.
– Es fácil- le respondió el hada de Año Nuevo- Estos dos me los tengo que llevar a la biblioteca del Tiempo pero cada año os traeré un libro de hojas blancas nuevo. Si el año que viene cambias tu comportamiento, tu libro será igual de hermoso o más aún que el de tu hermano.
El hada de Año Nuevo guardó esos libros y les entregó dos libros nuevos. Esta vez, Richi lo guardó con cuidado en el cajón de su mesilla. Ese año, sí, estaba convencidode que su libro iba a contar muchas historias bellas e increíbles.