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Parroquia

Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

Palmera

108

Volvemos a plantar palmeras... Queridos amigos de las palmeras: Paz y Bien. Después de un largo tiempo de desierto, comenzamos a plantar palmeras, una cada semana. Queremos un oasis con ciento cincuenta palmeras, como el número de salmos. Volvemos a sentarnos en el oasis, a la sombra, para leer historias que no sabemos si han sucedido o solamente son sueños...comenzamos esta etapa del Palmeral de los Sueños, aprendiendo historias para vivir los sueños. Un abrazo, José Manuel
Un hombre, su caballo y su perro

Palmera 108

Un amigo verdadero es alguien que cree en ti, aunque tú hayas dejado de creer en ti mismo, y es capaz de tocar tu corazón desde el otro lado del mundo.

El Palmeral

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Un hombre, su caballo y su perro

Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un enorme árbol, cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales; (a veces los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición).

La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba un agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.

– Buenos días. ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

– Buenos días -respondió el guardián. – Esto es el Cielo.

– ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!

– Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián señaló la fuente.

– Pero mi caballo y mi perro también tienen sed.

– Lo siento mucho -dijo el guardián- pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

– Buenos días, -dijo el caminante

El hombre respondió con un saludo solo con la mano, sin mover la cabeza.

– Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.

– Ah, si… hay una fuente entre aquellas rocas, – dijo el hombre, indicando el lugar y añadiendo- Pueden beber toda el agua que quieran, está fresca y es natural.

Entonces, el hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

– Pueden ustedes volver siempre que quieran, – le respondió éste

– A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre

– Se llama CIELO

– ¿El Cielo? ¿Sí? ¡Pero… si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!

– Aquello no era el Cielo. Era el Infierno, – contestó el guardia

El caminante quedó perplejo, añadiendo:

– ¡Pero esto es inaudito, deberían prohibir que utilicen este nombre, pues es información falsa que seguro debe provocar grandes confusiones!

– ¡De ninguna manera!,- increpó el hombre -, en realidad, nos hacen un gran favor, porque allá se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus amigos.

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EL PALMERAL

Parroquia Nuestra Señora del Carmen (Málaga)

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    29002 Málaga
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