Nada de lo que hagamos por los demás quedará sin recompensa. Ni siquiera una sonrisa a esa persona que nos ha mirado con animadversión. Si realmente estamos convencidos de que esto es verdad y no corremos a ayudar a los otros es que estamos demasiado apegados a nuestros egoísmos. Dios nos quiere más generosos y nos tiene prometido el ciento por uno de lo que hagamos por Él. Aunque sean cosas que nos parecen sin importancia. Todo, absolutamente todo, será bien pagado.
Por puro egoísmo y para auto disculparse, el hombre suele echar la culpa de sus desmanes, injusticias y daños que