Es a mí, persona concreta, con mi propia identidad, nombre y apellidos, estatura, color de la piel, con mis defectos y mis virtudes, a quien Dios ama. Es por mí, en singular, por quien se hizo hombre y murió en la cruz. Para salvarme a mí. Es a mí a quien ha hecho hijo suyo. No importa que existan los demás, porque yo soy muy importante para Él. Como si los otros no contaran. Como si yo fuera el único ser que habita la tierra. Por eso mi gratitud ha de ser inmensa ya que su amor lo es.
A menudo se nos llena la boca diciendo que amamos a Dios y a los hermanos para auto convencernos a nosotros mismos de que estamos