A veces buscamos escaparnos de la presencia de Dios porque los halagos mundanos son muy fuertes y engañosos. Por eso, cuando huimos de Él, no queriendo verle, aunque sabemos que siempre está, nos convertimos en marionetas de los que lo suplantan. Seamos claros: si realmente queremos ser buenos cristianos, es decir, si queremos ser fieles a la fe que hemos recibido, no podemos nunca alejar de nosotros a Dios. Porque su presencia permanente es el mejor y más eficaz muro para contener los males que nos rodean. Sin este muro, estamos perdidos. No lo derribemos.
Por puro egoísmo y para auto disculparse, el hombre suele echar la culpa de sus desmanes, injusticias y daños que