No son los otros quienes han de cambiar este mundo dividido, con guerras, odios y miserias humanas; esta tarea la tenemos encomendada quienes creemos en Jesús, pues en su vida y en sus enseñanzas encontramos las herramientas necesarias para construir una sociedad sin odios ni injusticias. No hagamos dejación de nuestra obligación de trabajar para construir una sociedad más cercana a los planes de Dios.
Los halagos de los hombres no deben ser nuestra preocupación nunca. Porque a quien tenemos que complacer es a ti, Señor nuestro. Tú nos pides