Décimo Tercera Estación
Jesús encarga a los doce la tarea de evangelizar
Mt, 28, 16-20:
Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, y, viéndole, se postraron, aunque algunos vacilaron, y, acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; Id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre Y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado.
ORACIÓN
Y te faltaba aún el penúltimo gozo:
Dejar en nuestras manos la antorcha de tu fe.
Tú habrías podido reservarte ese oficio,
sembrar tú en exclusiva la gloria de tu nombre,
hablar a tú al corazón,
poner en cada alma la sagrada semilla de tu amor.
¿Acaso no eres tú la única palabra?
¿No eres tú el único jardinero del alma?
¿No es tuya toda gracia?
¿Hay algo de ti o de Dios que no salga de tus manos?
¿Para qué necesitas ayudantes, intermediarios, colaboradores
que nada aportarán si no es tu barro?
¿Qué ponen nuestras manos que no sea torpeza?
Pero tú, como un padre que sentara a su niño al volante y dijera:
«Ahora conduce tú», has querido dejar en nuestras manos
la tarea de hacer lo que sólo tú haces:
llevar gozosa y orgullosamente de mano en mano
la antorcha que tú enciendes.