En el vídeo del Papa del mes de mayo, Francisco pide a los católicos rezar por los diáconos, para que sean signo vivificante para toda la iglesia, siendo fieles al servicio de la palabra y de los pobres.
Los diáconos no son sacerdotes de segunda categoría, sino ministros eclesiásticos dedicados al servicio de Dios. El ministerio eclesiástico comprende tres grados: obispos, sacerdotes y diáconos. Todo sacerdote, antes de ser ordenado como tal, recibe la ordenación del diaconado. Pero no todos los diáconos llegan a ser sacerdotes. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, hubo diáconos que asumieron funciones concretas de servicio a la comunidad cristiana.
En la actualidad hay unos cuarenta y seis mil diáconos permanentes, repartidos por todo el mundo, que están casados y viven su vocación en familia y con la familia. El espíritu que los define en su función es el servicio a los demás: asisten mediante el servicio de la palabra, el servicio de la liturgia y el servicio por los más pobres y desfavorecidos que, en palabras del Papa, “llevan en sí mismos el rostro de Cristo sufriente”.