Gracias, Señor, por este nuevo día que nos regalas. Gracias por seguir amándonos, pese a que no somos merecedores de ello. Gracias porque no nos abandonas, aunque nosotros te traicionemos, te engañemos y te neguemos con nuestros comportamientos. Gracias por haber sacrificado tu vida por nosotros. Gracias por tu inmensa bondad. Gracias por habernos llamado a ser seguidores tuyos, aunque seamos indignos de ello. Gracias por cada segundo de vida que nos das para que podamos corregir el rumbo de nuestras vidas.
No es bueno que nos olvidemos, aunque sea solamente alguna vez que otra, de que la caridad cristiana es el