La bondad infinita del Señor nos abre las puertas del nuevo año bajo la atenta mirada de su Madre, que es también Madre nuestra. Y como Madre que es, nos ama mucho más de lo que, como hijos suyos que somos, podamos imaginar. Comenzaremos bien esta nueva etapa, si somos capaces de remover nuestro corazón para ser capaces de amar más intensamente a quien siempre está a nuestro lado, como Madre que es: María, la llena de gracia, la que se proclamó esclava del Señor, la que siempre se muestra solícita a escucharnos y a ayudarnos en nuestras necesidades. La que entiende nuestras flaquezas y nos alienta a no desanimarnos.
En la entrega total a quienes nos necesitan está la virtud del amor. Repartir lo sobrante o lo superfluo, ni nos transforma a nosotros ni