Nunca debemos cansarnos de pedir perdón a Dios por nuestros fallos. Porque siempre lo obtendremos. Su misericordia es infinita y, como Padre nuestro que es, está dispuesto a concedernos la gracia de seguir siendo hijos suyos. Aunque le traicionemos miles de veces, Él siempre espera que reconozcamos nuestras faltas para restituirnos a su amor. ¿Hay algo más maravilloso que la misericordia de nuestro Padre Dios?
Dios nos hizo libres. Para que seamos capaces de elegir. Por eso nos dotó de capacidad para distinguir el bien