Lo esencial en la Navidad es comprender que Dios se vistió de nuestra carne por amor. Un amor que los que así lo creemos debemos transmitir a los que nos rodean. Todo lo demás es superfluo, aunque sea materialmente atractivo. No revistamos el pesebre de riquezas ni la sencillez de soberbia, porque el Niño que nos ha nacido solamente se alberga en el corazón de los que se muestran pobres y humildes, dispuestos a entregarse a Él.
Entregarnos del todo. Sin reservarnos nada para nosotros mismos. Entregarnos por completo a Dios y a los hermanos. Esto es