Para que el espíritu solidario entre los hombres sea una realidad, a cada uno de los que creemos en que ésta es la mejor forma de acabar con las injusticias, nos corresponde renunciar a nuestros personales egoísmos. De esta manera podremos empezar a tejer espacios de comprensión hacia los demás para buscar las soluciones a los muchos problemas que dañan la convivencia humana. Tenemos que abrirnos a los otros y pensar menos en nosotros.
La fuerza interior, si está dirigida desde el Señor, nos lleva a construir, paso a paso, pero sin desmayo. Lo