Por mucho que nos empeñemos en anestesiar nuestras conciencias con ficciones edulcoradas, no podremos cambiar la realidad histórica de que Dios nació pobre entre los pobres y se manifestó a los sencillos, a los que buscaban la verdad humildemente, a los que no tuvieron miedo a las iras de los poderosos… A Él solamente se llega desde la sencillez personal y el reconocimiento de nuestras debilidades. Le encontraremos siempre en el pobre, en el desamparado, en el inmigrante, en el de otra cultura, en el que no piensa como nosotros…

Foto: J. Serrano Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo Inmaculada Concepción (Lucas 1, 26-38) Las llamadas





