Son las personas, con sus necesidades, defectos y virtudes, a las que debemos servir, como consecuencia de haber recibido la gracia de ser creyentes en Cristo. Si no vamos a su encuentro, estaremos desperdiciando nuestras vidas, pues no hacemos uso de la gracia recibida. No nos quedemos cruzados de brazos esperando que vengan a exponernos sus necesidades. Seamos prestos a salir de nuestra comodidad para remediar los males de los hermanos.
María es nuestra Madre. Siempre nos protegerá si acudimos a pedirle ayuda. Mostrémonos valientes y confiados en que, a su lado, estamos seguros. ¿Qué madre