La fuerza inmensa que nace de Jesús presente en el Pan y el Vino nos empuja a vivir conforme nos marca la doctrina que Él nos dejó en las páginas del Evangelio. Es la realidad gozosa de sentir plenamente que está presente entre nosotros, nos comprende, nos ayuda y nos ama. Y nunca nos abandona, porque nos ha prometido estar a nuestro lado hasta el final.
No es admisible practicar la caridad con tristeza. Ni con desgana. Ni por compromiso social. Hay que poner en ello